Estando yo en la mi choza pintando la mi cayada,
las estrellas altas iban y la luna rebajada;
mal barruntan las ovejas, no paran en la majada.
Vide venir siete lobos por una oscura cañada,
venían echando suertes a ver a quién le tocaba;
le tocó a una loba vieja, patituerta, cana y parda,
que tenía los colmillos como puntas de navaja.
mal barruntan las ovejas, no paran en la majada.
Vide venir siete lobos por una oscura cañada,
venían echando suertes a ver a quién le tocaba;
le tocó a una loba vieja, patituerta, cana y parda,
que tenía los colmillos como puntas de navaja.
-¿Dónde vas, loba maldita, a dónde vas, loba malvada!-
-¡Voy por la mejor borrega que tengas en la majada!-
Dio tres vueltas al redil y no pudo sacar nada,
y a la otra vuelta que dio, sacó una cordera blanca.
-¡Aquí, mis siete cachorros! ¡Arriba, perra guardiana!,
y a la otra vuelta que dio, sacó una cordera blanca.
-¡Aquí, mis siete cachorros! ¡Arriba, perra guardiana!,
Que si me matáis la loba, la cena tenéis doblada,
y si no me la matáis, cenaréis de mi cayada-.
Los perros tras de la loba las uñas se esmigajaban;
siete leguas la corrieron por vegas y por montañas.
Al subir un alto cerro por una sierra muy agria
le dan unos pechugones que en vilo la levantaban.
Al saltar un arroyuelo la loba ya va cansada.
-¡Tomad, perros, la borrega, buena y sana, como estaba!-
-¡No queremos la borrega, de tu boca alobadada,
que queremos tu pelleja 'pa' el pastor una zamarra;
de tu cabeza, un zurrón para guardar las cucharas;
de tus orejas, pendientes y de tus patas, polainas;
las tripas, para vihuelas, para que bailen las damas!-
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